carlos acosta
Carlos Acosta: Príncipe, esclavo, fauno
La estrella internacional estrena en La Habana su primera coreografía Producida por el Sadlers Wells de Londres
POR MIREYA CASTAÑEDA
Carismático, con un virtuosismo técnico de hierro, de elegante porte, amplia sonrisa, así es Carlos Acosta (La Habana, 1973) un bailarín clásico que se encuentra en la cúspide de su carrera internacional.
Con esas cualidades ha atrapado al público, pero también a coreógrafos y directores de compañías como el Royal Ballet de Londres, su base actual, o de muchas otras donde baila en calidad de artista invitado, dígase, American Ballet Theatre, English National Ballet, Houston Ballet.
Lo encontramos, para algunos contradictoriamente, en los salones de Danza Contemporánea de Cuba, y hace un alto en los ensayos de su primera coreografía para esta entrevista.
Hablemos de los últimos tiempos: Yo estoy de artista invitado en el Royal Ballet, pero hago estaciones en Hungría, Dallas, en Nueva York (donde bailó con el ABT en el Metropolitan) pero mayormente en el Royal Ballet, con el que hago 25 espectáculos, es mi base. Entre fechas me aparecen cosas que trato de insertar. En los próximos meses tengo programadas cuatro Fille mal gardee en Boston, otra Giselle en Dallas, y en el Royal regreso a hacer Apolo, Gloria, Son of the earth, Manon y una gira al Bolshoi (de Moscú). Estaré ocupado.
Ha mencionado diferentes obras, diferentes estilos: Hago de todo. El bailarín clásico hace de todo, el contemporáneo que es nuestro lenguaje, el clásico que es la joya, lo que nunca va a morir, pero el lenguaje actual es mas abierto, mas libre, como son las coreografías de Nacho Duato, o de Forthsyte. Son cosas muy interesantes que quiero continuar haciendo y el Royal Ballet me da esa oportunidad, hacer un Albrecht en Giselle, o Manon, de Kenneth Macmillan, pero otras más contemporáneos. El bailarín clásico ha cambiado muchísimo.
Pero siempre parte del clásico: El ballet clásico es la joya que no va a morir, lo haga Baryshnikov o José Manuel Carreño, sus pasos y posiciones son los mismos, lo diferente es la manera de sentirlo. Igual todos pero diferentes. Ahora vivimos en un mundo distinto, la gente baila distinto, hay que ir con el tiempo.
¿Cómo aceptan su modo de bailar, de interpretar a un príncipe, un esclavo, un fauno, cualquiera de los personajes del mundo de la danza?: Siempre estoy expuesto a un gran riesgo. Es difícil tratar de borrar la idea de la gente sobre un personaje. Yo trato de imprimirles mi sello, de ser yo, porque si no, ¿cuál es la diferencia?
Su raíz es la escuela cubana de ballet, ¿cómo incorpora otros estilos?: Eso también es parte de lo contemporáneo. He tenido la oportunidad de trabajar con Ben Stevenson (director artístico del Houston Ballet), que tiene una formación inglesa, y eso me ha enriquecido la fuerte escuela que yo tenía que es la escuela cubana de ballet. Eso es algo que me hace mas completo, porque cuando tienes bastantes opciones ves todo mas claro y también te da espacio para crear tu propia idea de lo que la danza debe ser, o que mensajes quieres enviar al público a través de un personaje. Para mi todo este proceso de aprendizaje ha sido muy enriquecedor.
¿Recuerdos del último Festival Internacional de Ballet de La Habana?: Para mí fue impresionante. Algo que yo esperaba por años. No había tenido la oportunidad y por fin me programé para venir al Festival. Yo he tenido el privilegio de gozar de una carrera internacional con bastante éxito, pero yo no había podido compartir lo que he aprendido a escala del Festival, era lo que quería hacer, que le pueblo viera lo que he estado haciendo todos estos años y como he crecido como artista, compartir este momento, con mi familia también. Fue muy emocionante.
Virtuosismo técnico es lo primero que le señala la crítica: La técnica es un adorno, cuando tu alcanzas un nivel. El fin es el mensaje, el espíritu, la energía que pones atrás, como eso llega a la gente, se identifica con tu personaje, cuando es cómico, como se ríen, como sienten el amor. Eso es lo más importante, porque uno es un ser humano, no es una computadora, uno tiene días malos, tiene días emotivos que estas bajo, emocionalmente mal, entonces es imposible estar siempre a la altura de esa técnica, también los dolores, cuando te duele la rodilla. Tu tratas siempre de hacer lo mejor posible y mantenerte. Pero para mi un pirouette mas o menos, un salto mas alto, ya no es tan importante como la energía que se pone y que el personaje se vea. Si es Basilio, este barbero de pueblo, si es Albrecht o el Corsario. Para mi lo más importante es actuar.
Ahora ha creado en La Habana su primera coreografía: Yo sentía la necesidad de crear algo propio, y empecé a pensar que historia podía contar y poco a poco fui creando mi historia, inspirado en mis viajes, en el proceso de adaptación en distintas compañías en distintos países, pero también utilicé esta historia para insertar otros mensajes, como contra la guerra, que es muy delicado, y a mi me molesta que todavía asesinen a la gente, que la gente tenga que morir por caprichos de otros, que están en el poder y deciden el destino de la gente. Quería hacer un espectáculo más ambicioso, en el que mezclo bailarines, actores, los músicos en vivo. Es una idea bonita, pense que el tiempo era justo, porque tenía la libertad para hacerlo y me dije, adelante. El espectáculo se llama Tocororo, fábula cubana.
Lo ha montado con la compañía Danza Contemporánea: Trato de utilizar distintos lenguajes danzarios, como el clásico, lo folklórico y lo contemporáneo fundidos, para resaltar nuestra cultura, nuestro talento. La música es original de Miguel Nuñez; está la actriz Hilda Oates, el bailarín Alexander Varona, la bailarina Verónica Corveas (del Ballet Nacional de Cuba) y la compañía Danza Contemporánea. Es mi espectáculo (libreto, coreografía, dirección general), aunque los diseños son del italiano Salvatore Forino, que conocí en el Covent Garden, y me está ayudando en este proyecto. Yo espero que la gente se va a identificar, hay mucha energía, versatilidad, hay humor y drama, creo que es un show bastante completo.
Hay entonces una combinación de los géneros: En realidad es mas bien todo contemporáneo, del clásico la técnica, y porque yo hago dos o tres solos. En el argumento el grupo me humilla porque yo bailo clásico, que es mi lenguaje. Cuando yo llegué a Inglaterra no sabia inglés, entonces me era difícil entender y participar, estuve mucho tiempo así, hasta que fui aprendiendo y me fui integrando y tenia mas participación, y finalmente no era un extranjero. Y esto lo llevo a la danza. En la pieza cuando llego al grupo me invitan a bailar y yo empiezo a hacer cosas clásicas, y se ríen, al final empiezo a bailar como ellos y no soy un extraño.
Difícil la adaptación: Bueno el idioma del ballet es universal, en francés, y un jette es lo mismo aquí que en China, y así me impuse, hasta que logre dominar el inglés. Las frustraciones no son tan malas como uno piensa, lo mejor es tratar de encontrar en los inconvenientes una posibilidad de nuevas soluciones.
¿Qué representa el personaje que asume esa gran actriz que es Hilda Oates? Ella es la santera, el único personaje que dice textos en la obra y nosotros respondemos con movimientos. Es una mujer de ahora, que representa la vida cotidiana, pero que también es media loca, se mete con la gente, con el público. En otra escena, independiente de su pobre vestuario, ella empieza a hablar y da un mensaje sobre la guerra, su experiencia, todo lo que ha pasado. Entonces te das cuenta que no es tan loca, que la apariencia no define lo que hay dentro. Es un contraste, te empiezas a cuestionar que tan cuerda es la locura a veces.
¿ Después de La Habana?: Después de las siete funciones en la sala García Lorca (del Gran Teatro) lo presento del 13 al 26 de julio en Londres. Estaremos en el Sadlers Wells, que son los que me auspiciaron el proyecto, solo con la idea, sin verlo. La producción financiada por ellos.
Baila desde los 16 años en muchos escenarios del mundo, es una estrella internacional, ¿Considera la coreografía para iniciar otra carrera?: En realidad no lo sé ahora mismo. Yo voy donde me lleve el corazón.
La estrella internacional estrena en La Habana su primera coreografía Producida por el Sadlers Wells de Londres
POR MIREYA CASTAÑEDA
Carismático, con un virtuosismo técnico de hierro, de elegante porte, amplia sonrisa, así es Carlos Acosta (La Habana, 1973) un bailarín clásico que se encuentra en la cúspide de su carrera internacional.
Con esas cualidades ha atrapado al público, pero también a coreógrafos y directores de compañías como el Royal Ballet de Londres, su base actual, o de muchas otras donde baila en calidad de artista invitado, dígase, American Ballet Theatre, English National Ballet, Houston Ballet.
Lo encontramos, para algunos contradictoriamente, en los salones de Danza Contemporánea de Cuba, y hace un alto en los ensayos de su primera coreografía para esta entrevista.
Hablemos de los últimos tiempos: Yo estoy de artista invitado en el Royal Ballet, pero hago estaciones en Hungría, Dallas, en Nueva York (donde bailó con el ABT en el Metropolitan) pero mayormente en el Royal Ballet, con el que hago 25 espectáculos, es mi base. Entre fechas me aparecen cosas que trato de insertar. En los próximos meses tengo programadas cuatro Fille mal gardee en Boston, otra Giselle en Dallas, y en el Royal regreso a hacer Apolo, Gloria, Son of the earth, Manon y una gira al Bolshoi (de Moscú). Estaré ocupado.
Ha mencionado diferentes obras, diferentes estilos: Hago de todo. El bailarín clásico hace de todo, el contemporáneo que es nuestro lenguaje, el clásico que es la joya, lo que nunca va a morir, pero el lenguaje actual es mas abierto, mas libre, como son las coreografías de Nacho Duato, o de Forthsyte. Son cosas muy interesantes que quiero continuar haciendo y el Royal Ballet me da esa oportunidad, hacer un Albrecht en Giselle, o Manon, de Kenneth Macmillan, pero otras más contemporáneos. El bailarín clásico ha cambiado muchísimo.
Pero siempre parte del clásico: El ballet clásico es la joya que no va a morir, lo haga Baryshnikov o José Manuel Carreño, sus pasos y posiciones son los mismos, lo diferente es la manera de sentirlo. Igual todos pero diferentes. Ahora vivimos en un mundo distinto, la gente baila distinto, hay que ir con el tiempo.
¿Cómo aceptan su modo de bailar, de interpretar a un príncipe, un esclavo, un fauno, cualquiera de los personajes del mundo de la danza?: Siempre estoy expuesto a un gran riesgo. Es difícil tratar de borrar la idea de la gente sobre un personaje. Yo trato de imprimirles mi sello, de ser yo, porque si no, ¿cuál es la diferencia?
Su raíz es la escuela cubana de ballet, ¿cómo incorpora otros estilos?: Eso también es parte de lo contemporáneo. He tenido la oportunidad de trabajar con Ben Stevenson (director artístico del Houston Ballet), que tiene una formación inglesa, y eso me ha enriquecido la fuerte escuela que yo tenía que es la escuela cubana de ballet. Eso es algo que me hace mas completo, porque cuando tienes bastantes opciones ves todo mas claro y también te da espacio para crear tu propia idea de lo que la danza debe ser, o que mensajes quieres enviar al público a través de un personaje. Para mi todo este proceso de aprendizaje ha sido muy enriquecedor.
¿Recuerdos del último Festival Internacional de Ballet de La Habana?: Para mí fue impresionante. Algo que yo esperaba por años. No había tenido la oportunidad y por fin me programé para venir al Festival. Yo he tenido el privilegio de gozar de una carrera internacional con bastante éxito, pero yo no había podido compartir lo que he aprendido a escala del Festival, era lo que quería hacer, que le pueblo viera lo que he estado haciendo todos estos años y como he crecido como artista, compartir este momento, con mi familia también. Fue muy emocionante.
Virtuosismo técnico es lo primero que le señala la crítica: La técnica es un adorno, cuando tu alcanzas un nivel. El fin es el mensaje, el espíritu, la energía que pones atrás, como eso llega a la gente, se identifica con tu personaje, cuando es cómico, como se ríen, como sienten el amor. Eso es lo más importante, porque uno es un ser humano, no es una computadora, uno tiene días malos, tiene días emotivos que estas bajo, emocionalmente mal, entonces es imposible estar siempre a la altura de esa técnica, también los dolores, cuando te duele la rodilla. Tu tratas siempre de hacer lo mejor posible y mantenerte. Pero para mi un pirouette mas o menos, un salto mas alto, ya no es tan importante como la energía que se pone y que el personaje se vea. Si es Basilio, este barbero de pueblo, si es Albrecht o el Corsario. Para mi lo más importante es actuar.
Ahora ha creado en La Habana su primera coreografía: Yo sentía la necesidad de crear algo propio, y empecé a pensar que historia podía contar y poco a poco fui creando mi historia, inspirado en mis viajes, en el proceso de adaptación en distintas compañías en distintos países, pero también utilicé esta historia para insertar otros mensajes, como contra la guerra, que es muy delicado, y a mi me molesta que todavía asesinen a la gente, que la gente tenga que morir por caprichos de otros, que están en el poder y deciden el destino de la gente. Quería hacer un espectáculo más ambicioso, en el que mezclo bailarines, actores, los músicos en vivo. Es una idea bonita, pense que el tiempo era justo, porque tenía la libertad para hacerlo y me dije, adelante. El espectáculo se llama Tocororo, fábula cubana.
Lo ha montado con la compañía Danza Contemporánea: Trato de utilizar distintos lenguajes danzarios, como el clásico, lo folklórico y lo contemporáneo fundidos, para resaltar nuestra cultura, nuestro talento. La música es original de Miguel Nuñez; está la actriz Hilda Oates, el bailarín Alexander Varona, la bailarina Verónica Corveas (del Ballet Nacional de Cuba) y la compañía Danza Contemporánea. Es mi espectáculo (libreto, coreografía, dirección general), aunque los diseños son del italiano Salvatore Forino, que conocí en el Covent Garden, y me está ayudando en este proyecto. Yo espero que la gente se va a identificar, hay mucha energía, versatilidad, hay humor y drama, creo que es un show bastante completo.
Hay entonces una combinación de los géneros: En realidad es mas bien todo contemporáneo, del clásico la técnica, y porque yo hago dos o tres solos. En el argumento el grupo me humilla porque yo bailo clásico, que es mi lenguaje. Cuando yo llegué a Inglaterra no sabia inglés, entonces me era difícil entender y participar, estuve mucho tiempo así, hasta que fui aprendiendo y me fui integrando y tenia mas participación, y finalmente no era un extranjero. Y esto lo llevo a la danza. En la pieza cuando llego al grupo me invitan a bailar y yo empiezo a hacer cosas clásicas, y se ríen, al final empiezo a bailar como ellos y no soy un extraño.
Difícil la adaptación: Bueno el idioma del ballet es universal, en francés, y un jette es lo mismo aquí que en China, y así me impuse, hasta que logre dominar el inglés. Las frustraciones no son tan malas como uno piensa, lo mejor es tratar de encontrar en los inconvenientes una posibilidad de nuevas soluciones.
¿Qué representa el personaje que asume esa gran actriz que es Hilda Oates? Ella es la santera, el único personaje que dice textos en la obra y nosotros respondemos con movimientos. Es una mujer de ahora, que representa la vida cotidiana, pero que también es media loca, se mete con la gente, con el público. En otra escena, independiente de su pobre vestuario, ella empieza a hablar y da un mensaje sobre la guerra, su experiencia, todo lo que ha pasado. Entonces te das cuenta que no es tan loca, que la apariencia no define lo que hay dentro. Es un contraste, te empiezas a cuestionar que tan cuerda es la locura a veces.
¿ Después de La Habana?: Después de las siete funciones en la sala García Lorca (del Gran Teatro) lo presento del 13 al 26 de julio en Londres. Estaremos en el Sadlers Wells, que son los que me auspiciaron el proyecto, solo con la idea, sin verlo. La producción financiada por ellos.
Baila desde los 16 años en muchos escenarios del mundo, es una estrella internacional, ¿Considera la coreografía para iniciar otra carrera?: En realidad no lo sé ahora mismo. Yo voy donde me lleve el corazón.
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